Resiliencia en niños

La resiliencia en niños ha sido una de las habilidades que hemos visto en nuestros hijos a raíz de la pandemia del COVID-19. Desde marzo de 2020, los más pequeños de la casa han tenido que modificar radicalmente sus hábitos para adaptarse, entre cosas, a un confinamiento. Según los últimos datos del Instituto Carlos III, más de 3000 niños menores de 10 años tuvieron que ser hospitalizados por pasar el Coronavirus. Cada uno ha vivido la pandemia a su manera pero ¿cómo les ha afectado? ¿Son capaces de sobreponerse a la situación?

Resiliencia en niños, la clave del Coronavirus

El pasado mes de marzo de 2020 se declaró el Estado de Alarma. Con ello, se suspendieron las clases presenciales en toda España y fue el inicio de ese proceso de adaptación para los niños. Una de las principales consecuencias del COVID-19 fue la limitación de la libertad de movimiento y del contacto social de los más pequeños. No podían ir al colegio, algo a lo que estaban acostumbrados a hacer de lunes a viernes. Además, tampoco podíamos llevarlos a jugar al parque, a pasear o a respirar aire fresco en su tiempo libre.

Aparte de no poder ver a sus compañeros y amigos, también tuvieron que adaptarse a la modalidad de las clases online. Se produjeron muchos cambios en sus relaciones sociales y en la educación. La compra de dispositivos digitales se incrementó durante el confinamiento. Un estudio de la Universidad Miguel Hernández reveló cómo se había disparado la adicción a las pantallas, ya que antes de la pandemia sólo un 15% de los niños pasaba más de 90 minutos delante de un ordenador o smartphone y a partir del cambio de vida, este porcentaje pasó al 73%.

Limitación del contacto personal

A nivel social, los niños pasaron a ver durante meses solo a sus padres y hermanos, les quitaron de golpe toda convivencia con sus amigos y compañeros de colegio. Además, (al igual que a los adultos) se les redujo el contacto con los familiares más cercanos, sobre todo, los abuelos, uno de los colectivos más importantes para ellos, dado que en muchas ocasiones, pasaban las tardes juntos.

Más allá de estas relaciones personales, el confinamiento también les afectó en su día a día ya que tuvieron que sufrir las preocupaciones de los adultos en la mayoría de los hogares de muchas formas diferentes: tener que enfrentarse a un ERTE, no saber si iban a llegar a final de mes, la falta de material escolar, la pérdida de un familiar… situaciones que se convirtieron en habituales en muchos casos. Por todo ello, la resiliencia en niños fue algo que los más pequeños tuvieron que desarrollar y siguen desarrollando de manera casi autónoma para hacer frente a un gran cambio en su rutina. Todo un ejemplo de adaptación y lucha para los adultos.

uniforme escolar sacramento 9

La vuelta al cole y a la «normalidad»

Llegó mayo de 2020, se empezaron a relajar las restricciones de confinamiento y se inició un ligero proceso de apertura a la «nueva normalidad». Ellos tenían ganas de salir, pero ahí estaban esperando su turno y cumpliendo con todas las normas estipuladas. Llegó el día, comenzaron a salir de nuevo a las calles y a ver de forma tímida a todos los amigos y familiares que llevaban meses sin ver. Y es que, los constantes cambios y restricciones fueron otros severos factores a nivel psicológico que a día de hoy, continuan afectando a gran cantidad de niños y niñas.  A su vez, a lo largo de este año, muchos niños han tenido que amoldarse de manera forzosa a llevar mascarilla, a usar gel hidroalcohólico y a que les tomen la temperatura al llegar a la puerta de su centro escolar. Incluso, las mascarillas totalmente personalizadas constituyen un nuevo ícono de la moda actual que ellos han asimilado como algo normal.

Su mente ha tenido que asimilar que de la noche a la mañana podían volver a impartir las clases en casa. Esto es lo que ha ocurrido si se detectaba un caso de COVID-19 en el colegio o entre su núcleo familiar. La resiliencia en niños que han demostrado es digna de aplauso, al margen de todos los cambios introducidos en la metodología de los colegios.

Falta de atención en los más pequeños

Igualmente, la interrupción de las clases y de la actividad social ha supuesto una crisis de atención. Padres y madres han podido percibir un retroceso en cómo desarrollan sus habilidades y sus rutinarias: comer, dormir, hacer deberes, organización en casa… El control de sus emociones, especialmente las de la tristeza o la ira, ha sido uno de los mayores hándicaps y esto ha afectado de forma directa al proceso de crecimiento educativo de los niños en el corto plazo.

Sí, la resiliencia en niños es una realidad, pero han necesitado más ayuda de lo habitual para avanzar en sus capacidades, así como para controlar las emociones. Se han visto obligados a ser más resilientes que nunca, incluso autónomos, sobre todo, para controlar la frustración de no ver a sus amigos de siempre, a sus familiares o sus profesores en el colegio. ¡Pero como les gustaba aplaudir y adornar sus ventanales!

En definitiva, durante todo este tiempo, la resiliencia en niños ha sido todo un ejemplo, su capacidad de adaptación es digna de admirar. ¿Tienes hijos? Cuéntanos cómo han afrontado estos meses tan duros ¡No todo son cosas bonitas!

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